martes, 20 de febrero de 2018

"Reino de fieras", por Gin Phillips.


Lincoln es un buen niño. Con cuatro años es curioso, inteligente y bien educado. Hace lo que su madre le dice y sigue las normas.
«Hoy las reglas son distintas. Y las reglas dicen que nos escondamos y no permitamos que el hombre del arma nos encuentre.»

Cuando un día feliz en el zoo se convierte en una pesadilla y Joan se ve atrapada con su hijo, deberá hacer acopio de todas sus fuerzas y encontrar el coraje para protegerlo a cualquier precio; incluso si eso significa cruzar la línea entre el bien y el mal, entre la humanidad y el instinto animal. Una línea que nadie imaginaría nunca traspasar.

Pero, a veces, las normas son diferentes.



"Reino de fieras" llegó al mundo en nuestro país a principios de este año, amparada bajo sonoras recomendaciones y al cobijo de una campaña publicitaria brutal. No hay más que echar un vistazo a la faja promocional para encontrar rotundas y entusiastas frases que lo colocan entre los mejores thrillers del año. En ella leeréis "inteligente", "irresistible", "adictiva", "nervios de acero", "rebosante de adrenalina". La mayor parte es mentira. De hecho, tras muchísimas frases de este tipo en distintos libros, empiezo a dudar de que existan realmente medios como The Observer o Publishers Weekly.

Partiendo de la base, pues, de que todo eso no es cierto, y de que por regla general, no suelo creérmelo, intenté afrontar su lectura borrando de mi mente todo lo leído al respecto. Las primeras reseñas fueron más entusiastas, y la segunda hornada, mucho más tibia. Cuando el libro llegó a mis manos, tenía ante todo curiosidad por ver qué sensaciones me dejaba a mí, porque tenía bastante claras las que había dejado en el resto del mundo.

El punto de partida a mí sí me impactó de alguna forma. En este mundo en el que estamos, ya nadie se sorprendería de que un par de locos entraran armados a cualquier sitio y empezasen a disparar a diestro y siniestro. Como Joan, yo también tengo un niño de cuatro años locuaz, imaginativo y que necesita mucho de mi mano izquierda. Así que la autora lo tenía fácil conmigo para zambullirme en su historia.

Las primeras cien páginas se leen solas. El problema llega cuando tras ese buen arranque, Gin Phillips parece no saber muy bien qué hacer con sus personajes. Como si hubiese tenido claro el principio y el final de su historia, pero no hubiese sabido qué hacer para llegar de A a B. La parte central es entretenida, pero carece de nervio, de adrenalina y de la angustia que yo debería haber sentido ante la situación. La autora tampoco ahonda en el aspecto psicológico de Joan o de los agresores, y aunque en un determinado momento parece que la trama va a virar hacia ese punto, luego se diluye y se queda en nada.

Así que al final, "Reino de fieras" resultó más drama que thriller, entretenida pero no absorbente ni adictiva. Una novela que posiblemente se venderá como rosquillas y que dejará a muchos lectores con la sensación de que se podrían haber sacado mucho más de ella.

jueves, 15 de febrero de 2018

"Un largo silencio", por Harlan Coben.



Hace diez años, dos niños de familias acaudaladas fueron raptados. Los secuestradores pidieron rescate, pero luego desaparecieron sin dejar rastro. Ahora, cuando ya se había perdido toda esperanza, sucede lo que parecía imposible: Win y Myron Bolitar creen haber localizado a uno de esos chicos, ahora adolescente. 

Después de un largo silencio, la vuelta a casa del joven debería ser un paso definitivo hacia el fin de la pesadilla. Pero no lo va a ser. ¿Dónde ha estado estos diez años y qué recuerda del día, hace media vida, en que lo cogieron? Y, todavía más importante: ¿qué puede contar a Myron y Win sobre el destino de su amigo perdido?



Hacía tiempo que los seguidores de la saga protagonizada por Myron Bolitar esperábamos que Harlan Coben nos sirviera una nueva entrega de sus aventuras. Y por fin, a finales del año pasado, llegó a las librerías "Un largo silencio", un título que no podría ser más elocuente y que pone fin a varios años de espera. Enseguida me hice con ella, con ilusión y con un poco de ése miedo que nos entra cuando retomamos autores y personajes por los que uno siente un cariño especial.

"Un largo silencio" comparte las bondades de todas sus predecesoras. Estamos ante novelas autoconclusivas, que pueden leerse sin ninguna dificultad de modo aleatorio e independiente, pero que contienen un montón de guiños para los fieles a Myron. Aquí nos encontramos de nuevo con una de ésas tramas imposibles, llenas de giros y sorpresas, de sólo un capítulo más y lo dejo. Buen ritmo, capítulos breves, esa narrativa nerviosa y ágil de Coben y, sobre todo, ése sentido del humor tan característico de Myron y su inseparable Win, hacen de "Un largo silencio" una novela para leer y disfrutar en dos sentadas.

¿Y no hay ningún "pero"? Pues sí, mal que me pese. Y es que esta vez, la historia de los dos niños desaparecidos me han parecido un poquito más floja de lo habitual, como una idea que por desgana, Coben no llegara a rematar. Como desabrida. Sosa. Y luego están los secundarios, con los que al autor se le va un poquito la mano y cruzan el umbral de lo excéntrico para caer en la caricatura.

Tampoco me ha entusiasmado la idea de ésa especie de crossover entre la saga de Myron y la saga juvenil protagonizada por su sobrino, Mickey Bolytar. Buen intento Harlan, pero no cuela.

Aún así, a pesar de todo, he disfrutado del reencuentro con unos personajes que llevan acompañándome muchísimos años (la primera novela de la saga se publicó en 1995, ahí es nada), y a los que tengo intención de seguir acompañando allá donde quieran ir. Siempre que Coben nos lo permita porque, confieso, el final me ha dejado un poquito preocupada al respecto...

miércoles, 7 de febrero de 2018

"Los buenos", por Hannah Kent.



Inspirada en un caso real de infanticidio, Los Buenos se sitúa en el año 1825 en un remoto valle de Irlanda. Allí viven tres mujeres a las que unirán una serie de acontecimientos extraños y trágicos. Nóra Leahy ha perdido a su hija y a su marido el mismo año: solo le queda su pequeño nieto Michael, que no sabe andar ni hablar, y al que tiene oculto para que los vecinos no crean que ha sido víctima de una maldición sobrenatural. Mary Clifford es la joven contratada para cuidarlo y Nance Roche es la vieja curandera que alivia con hierbas y consejos los males inexplicables. 

La vida de estas tres mujeres se complicará con la llegada al pueblo de un nuevo sacerdote empeñado en limpiar el valle de supersticiones.



"Para cuando cayó la noche, la choza estaba llena de vecinos que se habían enterado de que Martin había muerto en la encrucijada junto a la herrería, se había desplomado cuando el martillo golpeó el yunque igual que si lo hubiera matado el tañido del hierro."

Así da comienzo "Los Buenos", con la muerte de Martin Leahy y sus vecinos reuniéndose en torno al fuego de su hogar y al aguardiente, encendiendo pipas de arcilla y lanzando cenizas para ahuyentar a Los que pudieran entorpecer su tránsito al otro lado.

Ya desde las primeras líneas, se intuye una narración magnífica a manos de la australiana Hannah Kent, que inspirándose en el folclore mágico irlandés, consigue crear una ambientación absolutamente perfecta para su novela. Desde el lenguaje utilizado hasta las referencias a las creencias populares de la Irlanda rural del siglo XIX, Kent mima cada pasaje, creando una especie de sinestesia que le permite al lector sentir, escuchar, oler cada rincón. Y eso no se logra solamente con una labor tremenda de documentación, que la hay, sino a través un estilo pulcro, riquísimo en matices y muy sugestivo. Una auténtica delicia.

En medio de ese universo, entre lo fantástico y lo histórico, están tres mujeres que conducen el peso de la historia: Nóra Leahy, la viuda que también perdió a su hija y que carga con un nieto que ni habla ni se sostiene en pie; Mary Clifford, la joven encargada de ayudar a Nóra en el cuidado del niño; y la anciana Nance Roche, que conoce en profundidad los males que aquejan al mundo y la forma de aliviarlos. Todas habitan un microcosmos cuyo equilibrio se rompe tras la muerte de Martin, como si ese fuese el más nefasto de los presagios. Las vacas dejan de dar leche, las mujeres embarazadas caminan en sueños y las gentes hablan de maldiciones. Una ruptura que se personifica también en la llegada del padre Healy, cuyas convicciones religiosas chocan de frente con el modo de actuar de los lugareños.

La trama que se desarrolla en torno a todos ellos se inspira en un hecho real, y a poco avezado que sea el lector, pronto averiguará cuál será su desenlace. A pesar de ello, el interés se mantiene y el ritmo de la novela, aunque pausado, no decae en ningún momento. No es este una novela de giros imprevisibles ni grandes sorpresas, pero sí una lectura para degustar con calma. Muy recomendable.