miércoles, 21 de marzo de 2018

"84, Charing Cross Road", por Helene Hanff.



En octubre de 1949, Helene Hanff, una joven escritora desconocida, envía una carta desde Nueva York a Marks & Co., la librería situada en el 84 de Charing Cross Road, en Londres. 
Apasionada, maniática, extravagante y muchas veces sin un duro, la señorita Hanff le reclama al librero Frank Doel volúmenes poco menos que inencontrables que apaciguarán su insaciable sed de descubrimientos. Veinte años más tarde, continúan escribiéndose, y la familiaridad se ha convertido en una intimidad casi amorosa. Esta correspondencia excéntrica y llena de encanto es una pequeña joya que evoca, con infinita delicadeza, el lugar que ocupan en nuestra vida los libros... y las librerías.





Helene Hanff nació en Philadephia en 1916 y dicen que, ya desde muy niña, era un culo inquieto. Entusiasta del teatro y la literatura, la niña se convirtió en una mujer autodidacta que, mientras sobrevivía a base de escribir guiones para series de televisión, seguía manteniendo intacta la necesidad de aprender. Lectora voraz, ávida de saber más, inició en 1949 una relación epistolar con los libreros de "Marks&Co", ubicada al otro lado del charco, en el 84, Charing Cross Road de Londres. El objetivo de Hanff era hacerse con libros raros, extraños o antiguos de los que seguir alimentándose. En la novela que hoy os traigo se recoge esa correspondencia, que se alargó más de veinte años en el tiempo, entre Helene Hanff y, principalmente, Frank Doel, encargado de ventas de la librería. Ese intercambio de misivas se haría, con el tiempo, extensivo a otros trabajadores de la casa y a la propia familia de Doel.

Es imposible no engancharse a las letras de esa mujer inquieta y locuaz, casi avasalladora en su necesidad de obtener pequeñas joyas literarias. Y es imposible no sucumbir a la corrección británica del encantador Frank Doel, siempre humilde y dispuesto a rebuscar en viejas colecciones ejemplares que colmen las expectativas de Hanff. 
Por las páginas de 84, Charing Cross Road, desfilan Jane Austen, Chaucer, Virginia Woolf, Tocqueville y otros tantos autores con sus títulos, un acicate y un regalo para cualquiera de los que somos lectores constantes y disfrutamos de esos libros que contienen dentro a otros.

No logran, sin embargo, eclipsar al alma de la novela, que es la relación que se va forjando entre Hanff y Doel y su compartida pasión por los libros y la literatura. Más allá de eso, en los duros tiempos de la posguerra, Hanff llegó incluso a enviar a Londres viandas y regalos que hicieron más fácil la vida de los libreros de Londres. 

84, Charing Cross Road ha permanecido en mi casa durante años, y ahora me parece imperdonable no haberla leído antes. Es una de esas historias que uno sabe que volverá a leer más adelante, de las que consiguen empapar al lector con aquello que emanan: humor, generosidad y amor por la literatura. Si sois de los que la tenéis cogiendo polvo, rescatadla. Se lo merece. Y si no mirad, Helene Hanff en todo su esplendor:

"Mis amigos son muy peculiares en cuestión de libros. Leen todos los best sellers que caen en sus manos, devorándolos lo más rápidamente posible..., y saltándose montones de párrafos según creo. Pero luego JAMÁS releen nada, con lo que al cabo de un año no recuerdan ni una palabra de lo que leyeron. Sin embargo, se escandalizan de que yo arroje un libro a la basura o lo regale. Según entienden ellos las cosas, compras un libro, lo lees, lo colocas en la estantería y jamás vuelves a abrirlo en toda tu vida, ¡PERO NUNCA LO TIRAS! ¡JAMÁS DE LOS JAMASES SI ESTÁ ENCUADERNADO EN TAPA DURA! Pero... ¿por qué no? Personalmente creo que no hay nada menos sacrosanto que un mal libro e incluso un libro mediocre."

jueves, 15 de marzo de 2018

"Una suerte pequeña", por Claudia Piñeiro.



Después de veinte años una mujer vuelve a la Argentina, de donde partió escapando de una desgracia. Pero la que regresa es otra: no luce igual, su voz es diferente. Ni siquiera lleva el mismo nombre. ¿La reconocerán quienes la conocieron entonces? ¿La reconocerá él?

Mary Lohan, Marilé Lauría o María Elena Pujol -la que es, la que fue, la que había sido alguna vez- vuelve al suburbio de Buenos Aires donde formó una familia y vivió hasta que decidió huir. Aún no termina de entender por qué aceptó regresar al pasado que se había propuesto olvidar para siempre. Pero a medida que lo comprenda, entre encuentros esperados y revelaciones inesperadas, entenderá también que a veces la vida no es ni destino ni casualidad: tal vez su regreso no sea otra cosa que una suerte pequeña.


Una suerte, no sé de qué tamaño, fue encontrarme este título en la biblioteca, abandonado por algún demente entre los ejemplares de una colorida colección de clásicos firmados por autores americanos. Más desubicado no podía estar el pobre. Así que lo recogí y, de inmediato, reconocí a una autora y una novela de las que había oído hablar maravillas. Por supuesto, se vino a casa y se coló entre las lecturas que tenía previstas. Quién soy yo para ignorar al destino.

La protagonista, Mary Lohan, ha de volver a Buenos Aires, la ciudad que abandonó veinte años atrás y en la que dejó a la persona más importante de su vida. Entonces era María. Era la misma mujer que ahora, pero en su versión anterior. Porque siempre, en todas las vidas, hay un instante, o varios. Un punto de inflexión que lo pone todo patas arriba, y que ya no te permite volver atrás y dejar todo como estaba. Mary Lohan, Marilé, María, una mujer que es tres mujeres a la vez dependiendo de su ubicación antes o después del incidente.

Claudia Piñeiro se vale de una narración intimista, con apenas diálogos, y da voz en primera persona a su protagonista

"La tercera persona aleja, protege en la distancia. La primera me lleva al borde del abismo, me invita a saltar. La tercera me permite esconderme, quedarme dos pasos más atrás, no mirar el vacío ni siquiera al contarlo."

y nos permite ahondar en su psicología, ofreciéndonos las tres caras de esa misma mujer, su necesidad de alejarse de la tragedia, en una reacción tan acertada, tan válida, tan fallida, como lo habría sido cualquier otra. La prosa de Piñeiro es una delicia, juguetea con el lenguaje con gusto y mucho oficio. Y nos mantiene atrapados sin necesidad de giros ni grandes sorpresas, aunque acierta al mantener ese misterio acerca del instante en el que la tragedia y María se encuentran por primera vez.

Y a partir de ahí, la resiliencia. La capacidad de la persona para seguir adelante a pesar de lo vivido. Pero ¿qué hay de los demás? ¿Qué pasa con los seres que orbitan alrededor de esa persona? ¿Hasta dónde alcanza la onda expansiva? En la historia de María, tendremos que volver atrás con ella para entender cómo su desgracia alcanzó a su entorno, lo que dejó tras de sí cuando se marchó.  

Como veis, estamos ante una novela honda, muy íntima, de lectura sencilla pero compleja en lo emocional, y que me ha descubierto a una autora a la que me encantará volver a leer.