miércoles, 28 de septiembre de 2016

"El tribunal de las almas", por Donato Carrisi.

Hubo en tiempo en el que le dabas una patada a una piedra, y aparecía debajo una novela de Dan Brown. Tras aquella, llegó otra época en la que era tarea imposible encontrar un libro que no estuviera protagonizado por algún avezado investigador enredado en una trama imposible con la Santa Madre Iglesia. Por aquel entonces yo eran joven e ingenua. Acababa de descubrir que había sitios con muchos más libros de los que cabían en la pequeña librería del pueblo del que acababa de salir. ¿He dicho ya que era joven e ingenua? Me metí entre pecho y espalda decenas de títulos por el estilo, hasta que los masones se me salieron por las orejas. Acabé tan empachada que me juré que nunca más volvería a pecar. Pero llegó Carrisi…

Me resistí bastante, lo reconozco. Pero caí. La culpa la tuvieron el montón de reseñas que salieron tras la publicación de su última novela, “El cazador de la oscuridad”. Me dejaron con tantas ganas que decidí darle una oportunidad a la saga protagonizada por Marcus, el sacerdote capaz de ver en las tinieblas. Y así me hice con el primer libro de lo que será, dicen por ahí, una pentalogía. Ahí, por la puerta grande. Para colmo de males, me ha encantado y tendré que seguir leyendo.

“El tribunal de las almas” es un thriller hipnótico, que te atrapa desde las primeras páginas y que te deja sin resuello a base de giros imposibles. Cuando crees que has comprendido algo, Carrisi se saca un as de la manga que no habrías visto venir ni en un millón de años. El mérito es todo del autor, que como buen narrador que es, dosifica la acción y la intriga con tino, manejando a la perfección los tiempos y la tensión, creando una sensación de tensión constante de la que es difícil escapar. Literalmente cuesta cerrar el libro, desconectar y ponerse a otra cosa. Uno sólo quiere seguir leyendo y que lo dejen en paz.

El otro gran acierto de Carrisi es el desarrollo de sus personajes, no sólo de sus protagonistas, sino también del resto. Me ha gustado especialmente la figura del enigmático Clemente, que dirige las acciones de un Marcus desorientado y amnésico, y la del misterioso agente de la Interpol al que me encantaría volver a ver en el futuro. Carrisi construye con solvencia unos personajes complejos que se mueven entre la sombra y la luz, que tienen sus bondades y demonios. Ahonda en la psicología del mal, en su origen y en la forma en que el ser humano es capaz de realizar las hazañas más loables o de cometer los crímenes más atroces. ¿Está el mal dentro de nosotros, forma parte de nuestra naturaleza? ¿El asesino nace o se hace?

El encuadre de la historia mejora aún más el conjunto. La ciudad de Roma se dibuja como un lugar sombrío, lleno de misterios y leyendas, poblado de rincones de insólita belleza que esconden significados ocultos y mucho menos agradables. Me ha encantado visitar la ciudad de la mano de Carrisi.


A resumidas cuentas, un thriller de obligada lectura para los amantes del género, bien escrito, bien documentado y con unos personajes de los que se quedan con uno hasta mucho después de haber cerrado sus páginas.