martes, 18 de agosto de 2015

"La hija del dragón", por Myriam Millán.

Érase una vez una bellísima condesa que habitaba en un enorme castillo. Era una dama de noble cuna, emparentada con la más alta realeza de su tiempo. Una mujer que no sólo era hermosa, sino que también era culta, encantadora, una magnífica amazona y poseedora de una vasta biblioteca. Hablaba además varios idiomas, algo impensable en plena Edad Media, y salía de cacería vestida con pantalones. Y hasta aquí el cuento de hadas, porque nuestra condesa, de nombre Erzsébet de Báthory, Isabel, es también una de las mayores asesinas en serie de la historia. Haciendo gala de una extrema afición por la sangre de jovencitas, Erzsébet se empeñó en buscar en ella el secreto de la eterna juventud, llevándose por delante la vida de más de seiscientas niñas y adolescentes. Basándose en este personaje, entre la historia y la leyenda, Myriam Millán construye su novela “La hija del dragón”, un thriller de ésos que te dejan pegado a sus páginas.

Contada a través de dos líneas temporales alternas, Érzsébet es la protagonista absoluta de una de ellas, a mi parecer la más interesante, y en la que encontramos el origen de la trama que se desarrolla en la actualidad, protagonizada por una serie de personajes que vienen de la anterior novela de Myriam Millán, “Décima Docta”, que no he leído y que he echado de menos a la hora de enfrentarme a esta que os traigo, porque todo el tiempo he tenido la sensación de que me faltaban datos. Así que mi recomendación, si os queréis acercar a este thriller, es que lo hagáis en orden. Quizá por ése vacío de información no me han llegado tanto los personajes de Nel y Natalia, ni ésa extraña conexión que hay entre ellos. Las alusiones a lo ocurrido en “Décima Docta” son recurrentes y además, me temo, revelan información importante. Así que, lo reconozco, me han resultado algo deslavazados estos dos. Pero es que la sombra de la condesa de Báthory es alargada, y eclipsaría a cualquiera.

La estructura de la novela, armada en capítulos cortos que alternan ambas líneas de acción, hacen de “La hija del dragón” un thriller clásico: la dotan de un ritmo trepidante y muy ágil. La narración de Myriam Millán es sencilla y ajustada a la historia que se trae entre manos, aunque la novela agradecería mucho una revisión ortográfica y gramatical profunda que corrigiera, entre otras cosas, el caótico uso de los signos de puntuación. También sería recomendable un pequeño recorte de la parte central, en la que a causa de la similitud de las tramas de las dos líneas temporales y a la extensión de la novela, el lector acaba saturado entre tanta sangre y aparato de tortura medieval.

Ay, el Medievo. Qué tiempos, qué caldo de cultivo para los locos. Ahí sí acierta de pleno Myriam Millán. La ambientación y el desarrollo de la línea temporal protagonizada por la condesa sangrienta, como se conoce a Érzsebet, no sólo está excelentemente documentada, sino que además la autora consigue transmitir la frialdad, la humedad, la niebla y la oscuridad que habitan en el castillo de Cacthice y sus aledaños.


Me gustaría cerrar mi reseña agradeciendo a la autora su generosidad, ofreciendo su anterior novela a los participantes de la lectura conjunta pero, sobre todo, exponiéndose y participando activamente en los comentarios que han ido surgiendo a lo largo de la lectura conjunta que nos propuso Laky. Ya me gustaría ver a algunos de ésos que tanto venden sometiéndose voluntariamente a examen y siendo partícipes de ello. Se agradece la humildad y el respeto. Espero leer pronto “Décima Docta” y tener los deberes hechos para ésa tercera novela que espero, esté en camino.

jueves, 13 de agosto de 2015

"Extinction. Y pese a todo...", por Juan de Dios Garduño.


El apocalipsis ha sido siempre una excelente excusa para hablar de la naturaleza humana y de las relaciones que establecemos entre nosotros. Una forma, tan útil como otra, de tratar temas tan manidos y universales como el amor, la amistad y la pérdida desde una óptica que permite llevar todos ésos conceptos al extremo. Juan de Dios Garduño se atreve con una versión clásica e íntima de las novelas de zombis y homenajea al maestro del terror con su “Y pese a todo…”, ahora rebautizada como “Extinction”, título bajo el cual verá la luz en pantalla grande el próximo 14 de agosto.

En un mundo devastado tras la Tercera Guerra Mundial, en la pequeña ciudad de Bangor, en el estado de Maine, Patrick Sthendall sobrevive a duras penas junto a Doggy, un husky suberiano que, como su dueño, empieza a mostrar alarmantes signos de alcoholismo. Al otro lado de la calle, Peter Stoublosky y la pequeña Ketty tratan, con sus rudimentarios medios, de salir adelante. Son los únicos supervivientes de la guerra biológica que ha arrasado al resto de seres vivos.

Una novela de zombis tiene que ser, ante todo, una historia muy centrada en sus personajes. Unos seres que han de construirse con mimo, que necesitan cierto empaque, un buen pasado y un presente muy jodido, que obliguen al lector a empatizar con ellos. Y eso es precisamente lo que hace Juan de Dios Garduño en su novela. Presentarnos a dos hombres que son posibles y reales en cualquier contexto, que a veces son unos miserables y otras veces son héroes, que a veces necesitan un trago o un puñetazo en la pared para poder continuar. Peter y Patrick tienen un pasado, una amistad que fue grandiosa, y un presente enmarcado en un panorama desolador: un Bangor vacío y helado en el que los dos tienen que convivir a la fuerza con el otro, reconvertido ahora en enemigo.

Esa ambientación, gélida y desoladora, es otra de las bondades de la novela. Bangor se imagina blanca, silenciosa, terriblemente aislada. Bangor es también la ciudad en la que vive un tal Stephen King, un nombre que os será familiar a muchos. Apostaría a que Garduño también ha leído alguna que otra novela de este señor, que por cierto, estoy segura disfrutaría mucho de esta historia que bien podría haber escrito él.

Entiendo que muchos de vosotros diréis que las novelas de zombis y apocalipsis no son para vosotros. Pero os invito a dejaros llevar un poco, venga, olvidad por un ratito los prejuicios y los principios y leed las primeras páginas. Si no os gusta, soltadla. Pero si os pica la curiosidad, seguid leyendo. Los monstruos, las sombras, los zombis, como os decía, han sido siempre meras excusas para contar otras cosas. En “Y pese a todo” os vais a topar con un ritmo sosegado, un clima íntimo y desolador y una interesante reflexión sobre el mapa político actual que da bastante más miedo que los seres que pululan por las calles de Bangor.

Me gustaría cerrar mi reseña agradeciendo a la editorial Stella Maris el envío del ejemplar para reseñar, que venía acompañado además por el guión de la película “Extinction”, dirigida por Miguel Ángel Vivas y rodada en inglés, que se estrena mañana 14 de agosto. Espero que la versión cinematográfica sepa respetar el tono de la novela y no se deje arrastrar por la acción y las vísceras. Podéis curiosear un poquito más sobre la peli aquí.

jueves, 6 de agosto de 2015

"La trampa", por Melanie Raabe.

Ocurre a veces que los astros caprichosos se  alinean de tal forma que ocurre un hecho extraño, si no excepcional, cuando menos insólito o poco corriente. También ocurre con los libros, no con ellos como seres de páginas y pastas duras y blandas, sino en nuestra relación con ellos. Y encontramos algo que se sale de lo acostumbrado. Quizá no mejor, ni peor, sólo distinto. “La trampa” de Melanie Raabe es una extraña y acertada confabulación de los elementos para traernos un thriller que cumple las normas de uso del género pero que viene aderezado con ése algo más del que casi siempre carece.

Quizá mucha culpa la tenga la saturación del género negro. Hoy en día las líneas se difuminan y el thriller psicológico, el más puro, se mezcla con novela negra, distopías, thrillers venidos de otras vertientes, unas apocalípticas, otras políticas, otras más clásicas. Y quizá por culpa de esta súper población, nos hemos empeñado en adjetivar al thriller siempre del mismo modo. Ni uno se sacude el sambenito de la adicción y las prisas. Trepidante, vertiginoso, adictivo. Qué mareo.

En “La trampa”, la escritora Linda Conrads se erige como un completo misterio para prensa y lectores. Vive recluida en una casa aislada, no concede entrevistas, no asiste a fiestas o actos literarios. Se ha dicho de casi todo sobre ella, pero nadie adivina que Linda vive sumida en un terrible shock post traumático causado por el asesinato de su hermana once años atrás. Y un buen día, su vida se pone patas arriba cuando reconoce en televisión al asesino de Anna, el famoso periodista y corresponsal televisivo Victor Lenzen.

Como veis, nada que se salga de lo convencional en cuanto a argumento.  O quizá sí, porque la narración que Melanie Raabe hace en algunos pasajes del estado emocional de Linda me ha resultado, cuanto menos, interesante. Es difícil, sumamente difícil, entrar en la mente de alguien paralizado por el miedo y por la conciencia de ésa misma parálisis. Un bucle infinito, complejo, del que es imposible salir. Ni cuando se duerme.

Mis sueños siempre comenzaban alegres y luminosos, pero tarde o temprano, al principio de forma imperceptible, muy paulatina, se teñían como un papel secante sumergido en tinta negra. En la selva les hojas caían y los animales enmudecían. El cristal multicolor de pronto era afilado y cortaba los dedos, el cielo se cernía en tonos burdeos.

También aparece el juego literario de la novela dentro de la novela. Y así, la narración de Linda en primera persona se intercala con los pasajes de su nueva publicación, en la que narra, a través de Sophie, su alter ego literario, lo ocurrido años atrás con su hermana y la posterior investigación que la policía llevó a cabo. Cierto es que en algún momento, los fragmentos de la novela rompen con el ritmo de la línea principal, en una especie de brutal coitus interruptus, de ésos que te dejan con ganas de gritar palabras muy muy feas. Pero Raabe juega bien sus cartas y logra una buena dinámica entre ambas partes, que se complementan con acierto.

Es una pena que con tanto a su favor, la autora caiga en alguna ocasión en el juego sucio, en la trampa facilona que provoca el golpe de efecto necesario para cerrar el capítulo. Reconozco que es un recurso que cuando me resulta demasiado evidente, no me hace demasiada gracia. Sobre todo porque quizá la novela no lo necesitaba, y ocurre unas cuantas veces. Pero volvemos al principio, a las exigencias del género.

A pesar de ello es una lectura intensa y ligera a un tiempo, de las que absorben y paralizan el reloj, de las que te piden leer un poquito más. Sustentada en dos perfiles interesantes y con cuerpo, "La trampa" es una buena lectura para evadirse y jugar a ponerse del lado de uno u otro personaje. Tú, ¿con quién irás?